Cabeza del glorioso posado nazarí, esta ciudad artística e histórica vio llorar a Boabdil por “no haberla defendido como un hombre”.

Historia

Un núcleo primitivo de pobladores íberos se asentó en las colinas donde hoy se levantan el barrio de Albaicín y la Alhambra. La guerra entre cartagineses y romanos se saldó con la victoria de los segundos, lo que provocó un cambio de rumbo y una revolución en el modo de vida de sus pobladores.

Granada desempeñó un papel destacado en la cristianización de la península Ibérica, como demuestra el hecho que acogiera el primer concilio de la iglesia española alrededor del año 300 d.C. Posteriormente, el imperio Romano entró en declive y los visigodos no tardaron en conquistar la villa y en convertirla en una fortaleza militar de primer orden en la época.

Los musulmanes establecieron en un primer momento el asentamiento de Garnatha Alyejud, en la otra orilla del río Darro. Con el tiempo, la influencia árabe se fue imponiendo hasta el punto de que ambas ciudades convivieron hasta que sólo se distinguió una. En pleno bullicio de los reinos de taifas, la dinastía nazarí se alzó con el poder en 1238 para fundar una ciudad nueva, esplendorosa y moderna, que prácticamente ha llegado a la actualidad. En el año 1492, Boabdil rindió la plaza a los Reyes Católicos con la condición de que las costumbres y la religión árabe fueran respetadas. Sin embargo, la promesa real se resquebrajó pronto al plantear a los habitantes árabes condiciones económicas insoportables. Como consecuencia de la violación de los pactos de capitulación, los moriscos lideraron la revuelta de las Alpujarras en 1568. Felipe II necesito de la ayuda de su hermano Juan de Austria, que logró sofocar la insurrección definitivamente en 1571, para después expulsar a los habitantes musulmanes de la ciudad. Aunque algunos moriscos conservaron su nivel económico y sus permisos comerciales, el hundimiento de la industria de la seda en el siglo XVIII hizo desaparecer de la zona a todos los musulmanes.

Tras la Guerra de la Independencia, durante la cual Granada estuvo ocupada por las fuerzas napoleónicas, los gustos franceses dieron como resultado tratamientos modernos para parques, plazas y jardines. El transcurso del siglo estuvo marcado por los enfrentamientos entre las tendencias liberales y las absolutistas. Después ya en el siglo XX, se desencadenaría la Guerra Civil.

Una vez acabada la guerra, Granada supo rentabilizar el legado monumental que salpica toda su fisonomía y atraer al turismo hacia sus calles.

Gastronomía

La cocina granadina ha heredado el saber culinario de las diferentes culturas que han protagonizado su historia. Las aportaciones árabes y judías se combinan para dar como resultado platos propios, elegantes y muchas veces imaginativos. Según el hambre y el tiempo de que se disponga, puede optarse entre unas papas a lo pobre, migas, una tortilla de Sacromonte, unas saladillas con habas o el remojón granadino de bacalao y naranja.

Además de las tradicionales y sobradamente conocidas habas con jamón, es típica la olla podrida, de origen judío, y la olla de San Antón, que se come -según la costumbre- el 17 de enero.

La repostería ofrece también una gran variedad de platos como la cuajada de carnaval, los soplillos de la Alpujarra  la torta real de Motil. De gran valor energético resultan la bizcochada de Zafra, los pestiños de la Encarnación o el hojaldre de San Jerónimo. Asimismo, los piononos de Santa Fe o los dulces de las monjas de Santiago y los de Santa Isabel han granjeado un prestigio merecido a la cocina autóctona.

Fiestas

El calendario granadino de festejos se inaugura el 2 de enero con la Fiesta de la Reconquista, en la cual el estandarte de los Reyes Católicos está presente los desfiles y los actos oficiales. El 1 de febrero tiene lugar la procesión de la abadía de San Cecilio, que concluye con una comida campestre y bailes.

La Semana Santa, de gran seriedad y rigor, empieza con la subida del Cristo de los Gitanos a la abadía del Sacromonte para acabar con la salida de Santa María de la Alhambra por la llamada “puerta de la Justicia”.

El Día de la Cruz, que se celebra el 3 de mayo, es tradición que se adornen las calles con cruces y motivos florales. A finales del mismo mes se sale de procesión en la festividad del Corpus Christi y, ya en junio, el Festival Internacional de Música y Danza atrae a miles de personas a escenarios tan sugerentes como el palacio de Carlos V, el Palacio Árabe o los jardines del Generalife.

Visitas

A pesar de ser una ciudad extensa, es muy fácil para el viajero que llega a Granada orientarse ya que sus elementos más característicos son visibles desde cualquier parte de la ciudad. Moverse por ella en coche es una misión muy complicada ya que la ciudad está llena de calles de sentido único y poca señalización. Por ello, una buena manera de visitar esta bella urbe es realizar rutas a pie y descubrir, con el clásico “sin prisa pero sin pausa”, sus rincones más sorprendentes.

 

La Alhambra

Para iniciar cualquier visita a la capital granadina resulta una buena opción acercarse a este símbolo tan representativo. La Alhambra de Granada es uno de los monumentos más impresionantes de España. Aunque no ha sido declarado como una de las Nuevas Maravillas del Mundo en una reciente elección popular, lo cierto es que el gran encanto que alberga atrae a infinidad de turistas. El conjunto monumental de la Alhambra se encuentra situado en lo alto de una colina, a la que se puede acceder a pie, durante un paseo de aproximadamente 25 minutos, o con algunos de los autobuses que salen del centro de la ciudad.

Actualmente, el castillo o “fortaleza roja” -según el significado de su nombre árabe, debido al color de la arcilla y por su  llamativa iluminación nocturna- es una construcción musulmana no religiosa extraordinaria. Se trata de un conjunto amurallado construido entre 1238 y 1391, cuya virtud principal es la novedosa y original combinación de elementos y técnicas ya utilizados anteriormente. Su belleza, a través de sus palacios y jardines, es también perceptible de forma auditiva, ya que el rumor de las fuentes acompaña al visitante durante todo el paseo por el recinto. Se trata también de un palacio árabe construido en la Edad Media y que todavía sigue en pie, ya que los cristianos quedaron prendados por su belleza y decidieron restaurarlo, en lugar de destruirlo o saquearlo. En su interior alberga palacios, baños, una mezquita, una fortaleza y, sobre todo, apacibles jardines que consiguen transportar la imaginación del visitante a la época de la dominación árabe de este territorio.

Existen cuatro puertas en la muralla de la Alhambra, pero es la puerta de la Justicia la que da la bienvenida actualmente y la que conduce a la alcazaba, la parte más antigua del recinto. Su principal atractivo es que permite unas excelentes panorámicas de toda la ciudad, especialmente desde la torre de la Vela. Los palacios nazaríes, que ocupaban el espacio destinado a la residencia de los emires y a la fortaleza, son la parte central de la visita. A pesar de que todavía conserva la unidad arquitectónica, este conjunto ha sido ampliado, restaurado y remodelado en tantas ocasiones a lo largo de su historia que resulta muy complicado poner fecha a cada una de las zonas.

Sin duda, destaca el palacio del Mexuar, que presenta un pórtico con nueve arcos de medio punto y un alero original de madera de cedro que da paso al Mexuar, la sala de audiencias que se usaba para tratar temas de importancia y que regala vistas de excepción del Albaicín. Vale la pena imaginarse las grandes ocasiones y los importantes temas que  se han tratado entre estas cuatro paredes. Incluso el gastado suelo muestra la cantidad de gente a lo largo de la historia ha paseado por este espacio. Otra bella sala es el Cuarto Dorado cuyas paredes se encuentran recubiertas de ornamentos y elementos decorativos. Este punto también ofrece extraordinarias vistas de la ciudad.

Muy cerca se encuentra el patio de los Arrayanes, en el que el equilibrio entre la luz el agua muestra el cuidado con el que los arquitectos árabes proyectaban todos los patios. En la sala de la Barca destaca un techo de cedro de forma oval que puede recordar una barca invertida, por lo que ha recibido precisamente este nombre.

Es en la sala de los Embajadores donde se cree que el sultán Boabdil entregó las llaves de la ciudad de Granada a los Reyes Católicos: era el espacio dedicado a las recepciones de los reyes árabes. Destaca por sus arabescos, estalactitas, balcones y por sus increíbles azulejos.

La zona más conocida de todo el conjunto es seguramente el patio de los Leones, que pertenece al Palacio Real. Construida en 1377, en la época de Mohamed V, presenta una planta rectangular custodiada por 124 columnas de mármol blanco de Almería. A su alrededor, las antiguas salas privadas del sultán, de las que parten cuatro arroyos que convergen en el centro, contemplan la fuente de los Leones. Estas doce fieras que datan del siglo XI constituyen una inolvidable imagen de la Alhambra. En torno a este patio hay también varias salas abiertas a visitas: las de los Reyes, la de los Mocárabes o la de las Dos Hermanas. Desde este punto hay que cruzar un bonito patio para acceder a los baños, formados por tres salas: una caliente, una fría y la destinada al reposo. En la cultura árabe, los baños son un espacio fundamental.

Pero el complejo monumental de la Alhambra todavía ofrece al visitante otros interesantes recintos. Justo enfrente se alza majestuoso el Generalife, una villa con jardines que los reyes musulmanes usaban como lugar de descanso. El interés se centra, aquí, en sus zonas verdes y ajardinadas. Además de la alberca central del conjunto, del patio de los Cipreses y la escalera de las Cascadas, el patio de la Acequia es una preciosa parte de este conjunto monumental

También se puede visitar el palacio de Carlos V, que data del siglo XVI y que se caracteriza por su robustez arquitectónica y por su patio circular con dos pisos de galerías. En el interior destaca la capilla octogonal con curiosas cariátides, sátiros y estatuas de ninfas.

Actualmente, este edificio alberga el Museo de Bellas Artes y el Museo de la Alhambra. El primero acoge una amplia e interesante colección de obras de arte realizadas por artistas granadinos, especialmente en el siglo XVI. El museo de la Alhambra contiene estucos, mármoles, maderas y otros elementos decorativos que se han ido encontrando en este lugar.

Por último, antes de abandonar esta zona, vale la pena acercarse a la iglesia de Santa María de la Alhambra, justo detrás del palacio de Carlos V, que se construyó en el siglo XVII sobre la antigua mezquita real.

 

El Albaicín y el Sacromonte

En la otra orilla del río Darro, que puede cruzarse por la cuesta del rey Chico, se extiende el barrio del Albaicín, con sus calles desordenadas y con sus casas con jardines. Se trata, sin duda de un barrio que alberga gran encanto en esta ciudad. Su estilo recuerda a una medina; de hecho, muchos fueron los musulmanes que se trasladaron a estas calles a mediados del siglo XIII, tras la reconquista cristiana de la ciudad de Córdoba. Con la llegada a Granada de los cristianos, los moriscos encontraron allí su mejor espacio. Tras los asesinatos producidos durante la noche de Navidad de 1569, la población menguó notablemente. Los últimos musulmanes fueron expulsados en 1609.

Sus características callejuelas empinadas, sus patios floridos, sus bellas mansiones y sus animadas plazoletas ofrecen al visitante una estampa perfecta.

El Albaicín fue reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994.

Algunos de sus atractivos son la calle del Bañuelo, el paseo de los Tristes, la cuesta del Chapiz, la plaza de San Salvador y la de Aliatar, la iglesia de San Bartolomé, la plaza Larga y la calle Calderería Nueva. Una interesante forma de admirar este barrio es perderse por sus callejuelas y descubrir poco a poco sus innumerables encantos.

Más arriba, el barrio del Sacromonte constituye una visita llena de colorido y encanto. De población mayoritariamente gitana, sus cuevas son realmente casas troglodíticas que se hunden en lasa laderas y esconden espectáculos flamencos, llamados “zambra”, especialmente diseñados para los turistas.

 

El Centro

Justo en el centro de Granada, y abriéndose a la Gran Vía de Colón, se encuentra la catedral. Su construcción comenzó en el año 1523 conforme a los criterios góticos que impuso Enrique de Eneas, pero el estilo renacentista incorporado por Diego de Siloé se impuso en el conjunto. Destacan su fachada principal, con sus hermosos arcos de medio punto y con su capilla Mayor, de planta circular. Sin embargo, la verdadera joya de la catedral es la capilla Real. De estilo gótico, está protegida por una reja de hierro forjado. Se proyectó especialmente para convertirse en el lugar de veneración del mausoleo con los retos de los Reyes Católicos. Además, acogió los restos mortales de Juana la Loca y de Felipe el Hermoso, su esposo. Actualmente, estos restos no se encuentran en sus respectivos sarcófagos, ya que al parecer las tropas napoleónicas saquearon la capilla y dejaron los féretros vacíos. Justo delante dela capilla real todavía se conserva una entrada a la madraza, la antigua universidad árabe, que aún alberga un bello patio de pequeñas dimensiones y de estilo mudéjar.

Junto a la catedral, nada mejor que acercarse a la Alcaicería. Se trata de un antiguo zoco árabe que durante la Edad Media se dedicó a la venta de telas. Hoy en día está repleto de negocios que ofrecen todo tipo de recuerdos para los visitantes que llegan a esta ciudad.

Otros puntos de interés muy cercanos son el Corral del Carbón; la iglesia de San Juan de Dios, de estilo barroco granadino, y la de San Nicolás; el antiguo ayuntamiento y la colegiata de los Santos Justo y Pastor.

 

Otros monumentos.

Fundado a finales del siglo XVI por las hermanas de San Jerónimo, el monasterio que lleva su nombre está organizado en torno a un patio de naranjos. Situado en la calle Rector López Argüeta, sólo se puede visitar la planta baja y su maravilloso claustro de dos galerías. Su iglesia, con mezcla de estilos gótico, isabelino y renacentista, alberga un retablo de finales del siglo XVI que cuenta algunos capítulos del cristianismo como el Santo Sacramento, el nacimiento de Cristo o la Adoración, entre otros. Vale la pena asistir a las vísperas cantadas que allí se celebran.

Enfrente del monasterio de San Jerónimo, cruzando la calle Gran Capitán, se llega a la Universidad, construida por orden de Carlos I a principios del siglo XVI.

Más arriba, el mirador del Carril de la Lona observa el monasterio de Santa Isabel la Real. Tampoco hay que pasar por alto el monasterio de la Cartuja, reformado en estilo barroco a partir del siglo XVI. Situado en lo alto de una colina al noroeste del centro conserva buena parte de la obra del pintor Sánchez Cotán, que entró en la orden a principios del siglo XVII. En la iglesia de la Cartuja resulta también interesante visitar el Sagrario, una pequeña capilla dedicada al Santo Sacramento que fue construida en el siglo XVIII, siempre bajo el recargado estilo barroco. Junto a la renacentista casa del Padre Suárez, la Casa de los Tiros acoge en la actualidad el Museo de Historia de Granada.

Alrededores

Además del Parque Natural de Sierra Nevada, a pocos kilómetros de Granada, se halla la sierra de Huétor. Su riqueza se basa en su gran variedad de plantas autóctonas y en la espectacularidad de sus arboledas, compuestas principalmente por pinos, encinas y arces. Declarada Parque Natural en el años 1989, esta zona se sitúa entre los 1.100 y los 1.675 metros de altitud sobre el nivel del mar y abarca unas 12.500 hectáreas.

Es muy recomendable recorrer los 20 kilómetros que separan Granada de Fuente Vaqueros. Esta localidad es famosa por ser el lugar donde nació el poeta Federico García Lorca. Allí se puede visitar su casa natal, dónde se proyecta un vídeo con algunos pasajes de su vida, además de albergar fotos, cartas y manuscritos. Entre los documentos más personales destaca la correspondencia que el poeta mantenía con su hermana, y con el pintor surrealista Salvador Dalí.

También merecen una escapada los pintorescos pueblos de las Alpujarras: Lanjarón, Pampaneira, Bubión, Capileira, Ferreirola, Pórtugos o Busquístar, entre otros. Esta zona situada a poco más de 50 kilómetros de la ciudad de Granada pero que se eleva a una altitud de entre 1.000 y 1.500 metros sobre el nivel del mar, sufre una oscilación térmica muy alta. Los paisajes son idílicos y las blancas poblaciones que se encuentran allí enclavadas tienen un particular encanto, que ha atraído también a artistas y a comunidades religiosas. Se trata de espacio ideal para realizar excursiones a pie o en bicicleta, para disfrutar de la naturaleza y como no, de la gastronomía. El plato más característico conocido como “plato alpujarreño” se elabora con trucha, jamón, salchichas, patatas y un huevo frito. Otro aspecto muy interesante de esta zona es la curiosa arquitectura con influencias marroquíes. Las casas son cúbicas, con tejados planos, y se alzan apiñadas las unas a las otras. Además, un eficiente sistema de acequias permite la canalización del agua del deshielo de las nieves. Para los aficionados a la literatura este lugar tiene además el aliciente de ser el escenario de la novela de Gerald Brennan “Al Sur de Granada”, una muy buena oportunidad para empaparse de la prosa del británico que vivió en las Alpujarras durante la década de 1920.

BAÑOS ÁRABES

También conocidos como el “bañuelo”, el conjunto de baños árabes fue construido en el siglo XI para ofrecer un espacio en el que poder bañarse con tranquilidad y disfrutar de la serenidad de este bello lugar.

Ha sido reformado notablemente, pero todavía conserva ese ambiente árabe que transporta al visitante a épocas lejanas. Nada más entrar hay que cruzar un pequeño patio repleto de flores para poder acceder a las diferentes salas abovedadas que sirven como entrada a los baños. Algunas de estas bóvedas tienen orificios en forma de estrella que permiten que la luz acceda al interior.

FEDERICO GARCÍA LORCA

Este reconocido poeta español ha dejado una huella imborrable en esta ciudad, ala que llegó a referirse de esta forma; “Un dedo en la parra y un rayo de sol señalan el sitio de mi corazón”.

El poeta y dramaturgo andaluz, admirada figura de la literatura española del siglo XX, vivió algunos de los mejores momentos de su vida en este lugar. A pesar de nacer en Fuente Vaqueros, localidad cercana a Granada, en el año 1898, su familia se trasladaría muy pronto a la capital, donde García Lorca empezó el bachillerato. Más tarde ingresaría en la Universidad de Granada para iniciar sus estudios de Derecho, aunque también se matriculó en la Facultad de Filosofía y Letras. Sus grandes pasiones ya eran la lectura, la pintura y, sobre todo, la poesía. Entre sus más admirados autores figuran los románticos españoles del siglo XIX y los escritores modernos de Latinoamérica.

Publicó sus primeros poemas con tan sólo 20 años. La gran influencia del campo se refleja de manera intensa en toda su obra. También fue fuente de inspiración para él la tauromaquia y todo lo relacionado con el arte gitano. Así, en 1928, publicó el Romancero gitano, libro que le dio fama internacional, y unos años más tarde y tras su viaje a Estados Unidos, saldría a la luz su obra Poeta en Nueva York.

Su regreso a Granada en el año 1936 vino marcado por el inicio de la Guerra Civil, que lamentablemente puso punto y final a la vida del artista. Fue detenido por razones políticas y fusilado a la edad de 38 años muy cerca de su amada ciudad.

SIERRA NEVADA

A poquísimos kilómetros dela ciudad, y en el límite con las Alpujarras y el Marquesado del Zenete, se encuentra una fascinante zona natural peninsular: Sierra Nevada.

El espacio que enamoró a los musulmanes del Al-Andalus y que recibió el nombre de Sierra del Sol en la época medieval, alberga algunas de las cimas más altas de la Península, como los picos de Veleta y el Mulhacén, ofreciendo unas increíbles panorámicas sobre el Mediterráneo a más de 3.000 metros de altitud. El clima es ideal para disfrutar, en invierno, de los deportes de nieve, y en verano, de unas temperaturas suaves que nada tienen que ver con las que sufren cercanas localidades costeras o las propias capitales andaluzas.

Aunque existen algunos bonitos pueblos con antecedentes musulmanes en la parte más próxima a la ciudad -como Dílar, Gójar u Ogíjares-, este enclave es especialmente atractivo para aquellos visitantes que busquen disfrutar de la naturaleza en estado puro.

Gracias a la enorme riqueza de su flora y fauna, Sierra Nevada fue declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco en el año 1986; Parque Natural, en 1989, y una década más tarde, Parque Nacional. Concretamente destacan los picos Mulhacén (3.482 metros) y Veleta (3.394 metros), pero existen otros 16 montes que superan los 3.000 de altitud sobre el nivel del mar. Así, los amantes de la alta montaña, el senderismo, el trekking, la escalada o el barranquismo tienen aquí una increíble oferta.

La estación de esquí.

Sierra Nevada es el paraíso de los amantes de todo tipo de deportes de nieve, ya que allí se halla una importante estación de esquí del sur de Europa. Su altitud y su latitud permiten que sea el lugar perfecto para disfrutar de los deportes blancos con el buen tiempo, ya que es una de las estaciones de esquí con más días de sol al año. Esquí alpino, snowboard, moto de nieve, parapente, patinaje sobre hielo o trineo; las opciones son ilimitadas, ya que esta estación dispone de unas 2.500 hectáreas de nieve, de 70 pistas con más de 76 kilómetros y con cerca de 350 cañones para asegurar el estado de la nieve durante los años menos fríos. Además, los aficionados a estos deportes también aprovechan el ambiente nocturno de la estación, que prolonga hasta el mes de mayo su temporada de invierno.