¿A qué niños (y adultos) no les gusta construir una cabaña en un bosque? Y si añadimos una buena provisión de moras, tendrás un día inolvidable con tus hijos en el Cortijo Balzaín

De los treinta y dos primos que veraneábamos en el Cortijo Balzaín, creo que ninguno de nosotros hemos pasado un verano sin haber hecho alguna cabaña y, menos aún, sin haber ido a coger moras a “La Calzada”, por lo que me atrevo a afirmar que lo que fue una genial aventura para mí, y también lo fue para los primos, lo será sin duda para tus hijos. Y ese es el plan que os proponemos, un día diferente donde grandes y pequeños lo pasaréis pipa.

Los requisitos son sencillos:

      • Niños de cualquier edad y adultos con espíritu infantil, ¡por lo menos por un día!
      • Bolsas de plástico (ojo con olvidarlas, cuidemos el medio ambiente)
      • Pantalones largos, lo agradeceréis.
      • Cuerda, un buen rollo.
      • Mesura, coger sólo lo que necesitéis.
      • Cantimploras de agua
      • Un bocadillo.
      • Época del Año: Agosto-Septiembre.

Con esto lo tendréis todo. ¡Empecemos!

Camino de la Calzada saliendo de la fuente

Lo primero es una buena formación de la cuadrilla y un repertorio de canciones. Tenéis dos caminos posibles, el más directo, si vais con niños demasiado pequeños, es el recomendable. Simplemente seguid el camino de salida de la fuente, en dirección al barranco. Es el tradicional paseo a la Calzada, no tiene pérdida. A unos doscientos metros encontraréis una curva más pronunciada donde se cruza otro camino que desciende de la loma de la izquierda y baja hasta los bancales del barranco. Esta curva es el primer punto de recogida.

Si habéis elegido el camino largo, deberéis subir por la cuesta de la piscina hasta el pinar de arriba o, como lo llamamos nosotros, el estanquillo chico, preguntad a Pepe y Patri si tenéis dudas. Una vez allí, seguid subiendo hasta que veáis una bifurcación a la derecha. Coged ese camino hasta salir del pinar. Pocos metros después, el camino hace una curva de derecha muy cerrada y baja hasta el cruce donde marcamos el primer punto de recogida.

No os fiéis de las zarzamoras, son espinosos, con buenas defensas, así que echad un ojo a los chicos. El truco de coger moras está en coger las más oscuras y siempre aquellas que no oponen resistencia. Al tacto se notarán algo más blandas. Y ¡cuidado!, siempre ocurre que las moras con mejor pinta son las más inaccesibles, nos tentarán y querremos cogerlas, nos arañaremos, clavaremos los espinos y si os quedáis atrapados, recordad que más vale maña que fuerza. ¡Esto forma parte de la aventura! El único requisito es cuidar la naturaleza.

Por el camino que baja al barranco, por la zona de la izquierda, encontraréis más zarzas, repartir la recolecta para no mermar sólo la parte del cruce.

Tras un rato, continuad por el camino de la calzada, dejando siempre el barranco a la derecha. En su serpenteo podéis enseñar a los chicos las diferentes plantas aromáticas que veréis a los lados del camino. Romero, tomillo, etc. Pocos minutos después llegaréis a la Calzada. Se trata de una curva a derechas que parece adentrarse en un bosque mágico. A la izquierda hay una alameda y a la derecha el barranco. Tanto en la Alameda como en el mismo camino un poco más adelante, de nuevo podéis encontrar zarzamoras, segundo punto de recogida.

La alameda es menos accesible, pero merece la pena adentrarse un poco. Es el lugar ideal para construir una cabaña. Una vez acabada la recogida de moras, sería buen momento para el bocadillo y descansar un poco. Si superáis la tentación, dejad una buena cantidad de moras para hacer ¡una deliciosa tarta!

Llega el momento de construir la cabaña. Si el grupo de chicos es suficiente, una buena idea es formar equipos, pequeños y grandes, y encomendarles la misión de conseguir los materiales de construcción, que no son otros que ramas. Necesitarán ramas largas y gruesas para las bases y vigas, pero también ramas pequeñas y frondosas para las paredes y techo. Algo muy importante, sólo valen las que ya están caídas, ¡nada de arrancar ramas! La alameda os dará de sobra lo que necesitéis.

La siguiente misión será encontrar el lugar ideal. Lo perfecto será algún árbol o rama principal medio caída donde ir apoyando la cabaña, pero cualquier opción es buena si tiramos de ingenio. Limpiad y desbrozad el suelo, luego usad las ramas más gruesas como pilares y vigas, atadlas fuerte y que queden bien fijadas al terreno. Luego con las ramas más pequeñas, id cubriendo las paredes y techo colocándolas de forma trasversal a las ramas gruesas. Atad de forma transversal las ramas más gruesas dejando espacio entre ellas y luego id entrelazando y enredando las ramas frondosas.

Llega la hora de disfrutad de vuestra cabaña, ¡Qué tendrán las cabañas que nos gustan tanto a los niños! Si habéis hecho un buen trabajo, aguantará más tiempo del que pensáis, no sólo los días que paséis en el cortijo, sino que puede que el año que viene, tras algún pequeño arreglo, podréis seguir disfrutando de ella. Aunque claro, puede que lo divertido es construirla y ¡comerse las moras dentro!